Fresco del Toro - Arte cretense

martes, agosto 31, 2010

Hegemonía Matriarcal o Patriarcal

Sociedad matriarcal es un término aplicado a la formas ginecocráticas de sociedad, en las cuales el papel de liderazgo y poder es ejercido por la mujer y especialmente por las madres de una comunidad; matriarca deriva del griego mater o madre yarchein (arca) o reinar, gobernar.
Se afirma que el paso del matriarcado al patriarcado tuvo un punto de inflexión clave cuando el hombre descubrió que era él, con el semen, quien fecundaba a la mujer, siendo, por ende, padre de la criatura. Un hecho tan bien sabido por cualquier mortal actual, fue todo un descubrimiento (quizá mayor que el del fuego) en los tiempos prehistóricos. Que el hombre pudiera situarse como factor indispensable en lo que a la reproducción se refiere, hizo que comenzara a tomar consciencia de la necesidad de asegurar su paternidad. El culto a la fecundidad femenina se dejó un lado, comenzando la civilización. El progreso de la cultura no ha sido nunca sencillo. Desde los hititas con el uso del hierro, hasta los EEUU con la invención de la bomba atómica, el progreso humano ha estado intrínsecamente correlacionado con la industria de la guerra. El establecimiento del patriarcado, coinciden los estudiosos, significó la aparición del orden social, las normas jurídicas, la propiedad privada, el Estado, e igualmente, la esclavitud.
Muy sintéticamente, pues, puede afirmarse que la evolución de la cultura en tiempos históricos se ha caracterizado por el paso del matriarcado al patriarcado, el cambio del culto a la fertilidad por el “culto a la guerra”. Dicho esto, no hace falta decir que el elemento “matriarcal” no ha sido del todo eliminado, y se halla mucho más presente en nuestra cultura de lo que nos imaginamos. Cultos como el de los egipcios hacia Osiris, o el propio culto cristiano hacia la resurrección del Hijo de Dios, no dejan de estar relacionados con “lo cíclico”, con el ciclo de la vida y el culto a la fertilidad.

Las sociedades matrifocales
Una investigación sobre el carácter religioso y jurídico del matriarcado en el mundo antiguo, la teoría de Johann Bachofen (1861) presentó una visión radicalmente nueva del papel de la mujer en una amplia gama de sociedades antiguas. A través de su investigación se propuso demostrar que la maternidad es la fuente de la sociedad humana, de la religión, la moralidad, y el «decoro», escribiendo sobre las antiguas sociedades de Licia, Creta, Grecia, Egipto, la India, Asia central, África del norte, y España. Concluyó el trabajo conectando el derecho arcaico de la madre con la veneración cristiana a la Virgen María. Propuso cuatro fases de la evolución cultural supuestamente superadas:
-Una fase «telúrica», nómada y salvaje, hetairismo, caracterizada según él por el comunismo y el poliamor. La deidad predominante habría sido, una proto-Afrodita terrena;
-Una fase «lunar» matrifocal basada en la agricultura, caracterizada por la aparición de los cultos mistéricos ctónicos y de la ley. La deidad predominante habría sido un temprano Demeter.
-Una fase transitoria en la que las tradiciones habrían sido masculinizadas,la dionisíaca, en la medida en que el patriarcado empezaba a emerger. La deidad predominante, el Dionisos original.
-La fase «solar» patriarcal, la apolínea, en la cual todo rastro de la sociedad matrifocal y de pasado dionisiaco fue suprimido y surgió la civilización moderna.

Bachofen, creador de la teoría del matriarcado, del famoso “Muterrecht”, fue retomado por pensadores claves de nuestra cultura pertenecientes a diversos campos de estudio: desde Engels hasta Freud y por antropólogos tales como Malinowski, Durckheim y la Escuela francesa, Mircea Eliade, etc. Asimismo fue retomado por la primitiva Escuela de Francfort ( E. Fromm, por ejemplo), por el Círculo Eranos, por el gran mitólogo Joseph Campbell, y fue objeto de atención y de franca admiración del pensador español José Ortega y Gasset, entre otros.

Friedrich Engels:
Utilizó a Bachofen para sus "Orígenes de la familia, de la propiedad privada y del Estado". Engels concluyó en su obra mencionada que:
-el hombre vivió originalmente en un estado de promiscuidad sexual, para describir el cual Bachofen utiliza el término erróneo de «hetairismo»;
-tal promiscuidad excluye cualquier certeza de la paternidad, y que se podría por lo tanto remontar el parentesco solamente en la línea femenina, según el matriarcado, y que era originalmente el caso éste entre todos los pueblos de la antigüedad;
-a partir de las mujeres, en tanto que madres, eran los únicos padres de la generación más joven que eran sabidos con certeza, ella llevó a cabo una posición de tal alto respeto y honor que se convirtió en la fundación, en el concepto de Bachofen, de una regla regular de las mujeres (ginecocracia);
-la transición a la monogamia, por la que la mujer pertenece a un solo hombre, implicó una violación de una ley religiosa primitiva (es decir, realmente una violación del derecho tradicional de los demás hombres a esa mujer), y para expiar esta violación o comprar la indulgencia por ello, la mujer tuvo que entregarse ella misma por un período limitado. (Friedrich Engels, 1891).

Tradicionalmente cuando se toca el tema de la situación de la Mujer, hay una tendencia casi instantánea de encerrarla en el término familia, de allí que se hable del rol familiar, refiriéndose al trabajo doméstico que ha realizado la mujer de manera exclusiva por siglos, pero que en realidad no siempre ha sido así. La familia es una institución que reviste carácter histórico, y que ha sufrido diversas transformaciones en el devenir de la sociedad. En la comunidad primitiva, la Mujer ejerce un papel fundamental, y es que la descendencia se marca por línea materna, ya que era la única certera porque cada mujer sabía cuáles eran sus hijos, más sin embargo, todos los hijos de las mujeres de una comunidad son hijos comunes, tal situación se desprende del hecho de que no era posible conocer quién era el padre, y éstos resultaban igualmente padres de todos los hijos, es esta la forma en la que se conciben los matrimonios por grupos. El Matriarcado, propio de éste período histórico, puede definirse, como una sistema en el cual la Mujer ejerce una función social de primer orden para el desarrollo de la comunidad, no ejerciendo una supremacía sobre el hombre, ni porque era quien se encargaba de las labores internas de la comunidad (error muy común en el que se suele caer para definir el matriarcado), sino porque por derecho natural la posición social de ambos sexos era determinada de acuerdo a las capacidades, por ejemplo, un hombre anciano ya no podía dedicarse a labores de recolección, y una mujer joven, podía perfectamente, garantizar el sustento de la comunidad sin exponerse a labores o cargas extenuantes.. Puede afirmarse, tomando en cuenta las condiciones de la época, que la distribución de tareas se hacía “de cada quien según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”, sumado además a la estimada posición social que ocupa la mujer; de allí que también se le llame a este período comunismo primitivo. Ahora bien, la ruptura que se da para despojar a la mujer de la privilegiada posición que ocupaba en la comunidad primitiva, que en palabras de F. Engels “fue la gran derrota histórica del sexo femenino en todo el mundo”, está determinada por la aparición de la propiedad privada y con ello la escisión de la sociedad en clases sociales antagónicas (por lo tanto éste es el origen de la opresión a la mujer). Tal influencia, se explica por el hecho de que si bien en el matriarcado, la descendencia, y con ello la herencia, se establecía por línea materna, era necesario establecer las condiciones para garantizar que ahora la herencia se marcara por vía paterna, ya que era el hombre quien había logrado acumular riquezas, y para ello fue necesario la esclavitud de la mujer, como garantía de esa sucesión. Tal es la connotación de lo que realmente significa la familia, que el origen de su nombre famulus, significa esclavo doméstico (F. Engels. El origen de la Familia, la propiedad privada y el Estado), y ciertamente, viene la familia a representar el conjunto de esclavos (hijos, esclavos propiamente dichos, y fundamentalmente la mujer) pertenecientes a un hombre. Surge entonces el Patriarcado, el cual puede definirse como “un sistema ideológico, económico y social, que consiste en la supremacía del hombre institucionalizada”.
El Patriarcado, aún vigente, ejerce junto a la moral burguesa, una hegemonía ideológica indiscutible que sostiene a la mujer soslayada, pues, sobre él se ha cimentado un sistema de géneros (construcción social que asigna determinadas tareas, según se nazca hombre o mujer, y que se diferencia del sexo en su origen, pues éste último es de carácter biológico y el primero, de carácter cultural), que ha arraigado, y perpetuado la dominación hacia la mujer. El carácter económico del Patriarcado, se determina no sólo por su origen que tiene profundas raíces económicas, sino además porque mantiene sobre la mujer relaciones propias de la esclavitud que están determinadas fundamentalmente por el trabajo no remunerado que realiza de manera exclusiva la mujer en el hogar. Esto a su vez establece su carácter social, el cual ha permitido confinar a la mujer a la escena privada y con ello toda la carga y actividades que en esta esfera se realizan y que no tiene valor económico, para asignarle a su vez al hombre como propio, la esfera pública, permitiendo un mayor desarrollo de su personalidad (en el marco de lo posible), además de crear una cadena de dependencia que se resume en la relación explotador (capitalista) – explotado (obrero), y que se reproduce en la vida familiar en micro, como unidad económica de la sociedad, bajo la fórmula: hombre obrero explotador – mujer obrera explotada. No puede hablarse de cambios drásticos, porque indiscutiblemente se trata de procesos históricos de transición entre una forma y otra, que fueron agregando elementos para finalmente desembocar en la monogamia, sistema aun dominante, pero igualmente sujeto a transformaciones (que necesariamente deben ser profundas), si la sociedad como conjunto, avanza a un sistema o formación económico – social superior. Lo que no excluye, que de no darse esa difícil transformación y a su vez se profundice la hegemonía imperialista, se pueda incluso retrogradar en esta estructura que sostiene, por excelencia, la sociedad de clases y su filosofía, y que como se ha venido observando en la arremetida ideológica imperial, da claras señales del anhelado retroceso al que los explotadores nos quieren someter en lo que a derechos de la mujer se refiere. La monogamia representa la garantía de que la herencia transmitida padre – hijo, sea confiable e incuestionable, porque el hogar viene a ser una jaula castradora de la mujer, y junto a las leyes garantía de la fidelidad femenina. Viene a representar entonces el título de propiedad de la mujer, sobre la cual se tejen una serie de relaciones desiguales y que según Marx: “ contiene en germen, no sólo la esclavitud (servitus), sino también la servidumbre... Encierra, in miniature, todos los antagonismos que se desarrollan más adelante en la sociedad y en su Estado". Hay señalamientos y resabios muy precisos al respecto, que señala Engels en la obra ya citada, y que son expresión viva del atraso de la sociedad actual al respecto. Por ejemplo cuando se cuestiona el Código de Napoleón en su artículo 312, el cual establecía: "El hijo concebido durante el matrimonio tiene por padre al marido". No es causal que en épocas pasadas, derechos como el divorcio, fueran inconcebibles, y que la infidelidad femenina fuera castigada incluso con la muerte, mientras el hombre establecida relaciones simultáneas con un sin número de mujeres. De igual manera, los infanticidios sobre las niñas eran comunes por la ansiada esperanza de garantizar un sucesor que en futuro entrara en posesión de los bienes de su padre.
Engels señala: “La primera división del trabajo es la que se hizo entre el hombre y la mujer para la procreación de hijos. Y hoy puedo añadir: el primer antagonismo de clases que apareció en la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la primera opresión de clases, con la del sexo femenino por el masculino”.
La monogamia es, por tanto, una relación económica, que ha producido dos fenómenos inherentes a ella, el adulterio, penalizado hasta hace poco principalmente para la mujer, y que ocurre precisamente porque no se trata de la unión de dos personas que ejercen libremente su amor, sino del mantenimiento de las relaciones económicas que lo sostienen. Y por otro lado la Prostitución, la cual enmascara las carencias espirituales de una relación basada en intereses y que refuerza la monogamia y el patriarcado en la medida que vulnera la condición de la mujer. La prostitución es una relación que esclaviza a la mujer, producto de que en la familia monogámica el hombre es el sujeto histórico.
Finalmente señala Engels: “En cuanto los medios de producción pasen a ser propiedad común, la familia individual dejará de ser la unidad económica de la sociedad. La economía doméstica se convertirá en un asunto social; el cuidado y la educación de los hijos, también. La sociedad cuidará con el mismo esmero de todos los hijos, sean legítimos o naturales. Así desaparecerá el temor a "las consecuencias", que es hoy el más importante motivo social -tanto desde el punto de vista moral como desde el punto de vista económico- que impide a una joven soltera entregarse libremente al hombre a quien ama”. La familia es pues, la expresión más íntima de unas relaciones sociales determinadas por la propiedad privada.

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“Yo soy la madre natural de todas las cosas, señora y guía de todos los elementos, progenie primera de los mundos, la primera entre las potencias divinas, reina del infierno, señora de los que moran en los cielos, en mis rasgos se conjugan los de todos los dioses y diosas. Dispongo a mi voluntad de los planetas del cielo, de los saludables vientos de los mares y de los luctuosos silencios del mundo inferior; mi nombre, mi divinidad es adorada en el mundo entero bajo formas diversas, con distintos ritos y por nombres sin cuento. Los frigios, los primeros en nacer de todos los hombres, me llaman madre de los dioses de Pesinunte; los atenienses, nacidos de su propio suelo, Minerva Cecropiana; los chipriotas, a los que baña el mar, Venus Pafiana; los cretenses, portadores de flechas, Diana Dictina; los sicilianos que hablan tres lenguas, Proserpina Infernal; los habitantes de Eleusis, su antigua diosa Ceres (…) y los egipcios, buenos conocedores de todo el saber antiguo y que me adoran con sus ritos peculiares, me invocan por mi nombre verdadero, Reina Isis”.
Fragmento: El Asno de oro de Apuleyo

1 comentario:

  1. Tu planteo es que hay un continuo patriarcado-guerra-destrucción opuesto a matriarcado-concepción-vida-paz. No deja de ser bello, pero es hipotético

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